Costumbres

Son muchas más de las que conocemos las tradiciones y costumbres originarias del pueblo mapuche. Muchas han quedado asimiladas o integradas a la cultura occidental y muchas otras, lamentablemente, se han perdido con el tiempo y la discriminación.
La de mayor relevancia es el Ngüllatün (ngülla quiere decir rogar y tün acción), cuya duración es de tres días y se hace una vez al año. Es la acción mediante la cual se le ruega a Nguenechén, el amo de la gente, Dios representado en el sol, que es dual: hombre y mujer. Es el momento del contacto con Dios.
Lo que se le pide es protección, ayuda, y que regule el clima, del cual dependen los cultivos, animales y su existencia misma. Además es el momento para agradecer: para ello los mapuches llevan ofrendas (los mejores animales), que serán sacrificadas y quemadas al finalizar la reunión.
Un requisito indispensable es que haya luna llena, ya que la luna está relacionada a la fertilidad. La fecha y lo que se va a pedir lo deciden los lonkos, quienes designan también, al que será el encargado de dirigirlo, cuyo cargo es vitalicio.
Otra razón de encuentro, de menor importancia que la anterior, es Ahuiñ. Es el encuentro de viajeros que van en una misma dirección, pueden ser cazadores, recolectores, etc. Se reúnen para atravesar en conjunto por los Mojones brujos donde están los brujos controladores del paso. Hacen una ronda a caballo alrededor del mojón y giran en sentido de las agujas del reloj, al tiempo que hacen ofrendas, hasta que el brujo esté "satisfecho". Al cruzar al otro lado del paso, hacen lo mismo, pero los giros son en sentido contrario. El significado de esta acción es borrar la infracción de haber estado en las alturas, destinadas a la paz y al hielo que son morada de las almas de sus antepasados. Por ejemplo en el paso Tromen, hay una piedra del lado chileno y un pino del argentino.En lo que respecta a las leyendas, al ser el Mapundungun una lengua solamente oral, las mismas constituían la historia, pertenencia y cosmovisión del pueblo mapuche.
Entre ellas, está el relato de Trentrén y Caicai. El mismo se ubica en los tiempos donde solo había mapuches en la región. Cuentan que una vez había aparecido un hombre que decía ser enviado de Nguenechén, que todo se iba a inundar porque Caicaifilú se enojaría, que debían ir a la mahuida de Trentrén para salvarse. Pero nadie le había prestado atención. Ese año hicieron la rogativa para que llueva, yendo al lago y golpeando el agua con ramas de pehuén. Pero llovió tanto, que no paraba nunca. Entonces la Caicaifilú (ser mitológico que representa el mal, con forma de serpiente, metáfora relacionada a ríos y arroyos) se enojó y con su cola golpeaba el agua para que suba más y llamaba al Pillán (deidad que vive en los volcanes) del Mahún (lluvia). Todo comenzó a inundarse, y algunos que recordaron al enviado de Nguenechén empezaron a subir al Trentrén (serpiente que representa el bien y que en el diluvio salvó a los mapuches). Se dice que desde esa vez quedaron con piel de color oscura, por estar cerca de Äntu (sol). La Trentrén se despertó de tanto lío y se encorvaba para ayudar a subir a los mapuches. La Caicai quiso sacar a los mapuches de la cueva donde estaban guarecidos, pero Trentrén la golpeó y la arrojó al fondo del lago, le cayó una roca encima y murió. Enseguida dejó de llover e hicieron una rogativa en agradecimiento a Trentrén por haberlos salvado. Se dice que la montaña está parada en cuatro patas, y si volviera a llover así, se levantaría nuevamente.
Otra leyenda, de animales esta vez, del encuentro entre el ngürü (zorro) y el choique (avestruz). Cuenta cómo el ngürü logró ganar la confianza del choique, diciéndole que si quería tener unos zapatos como él, sólo debía traerle un cuero y él se los haría. El choique como tenía las patas todas lastimadas de la tierra fue a buscarlo. Pero el ngürü le ató tan fuerte los zapatos que el choique no pudo caminar más, y terminó devorándoselo.

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